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Mostrando entradas de febrero, 2012

La pértiga

Mide por su mano el tiempo y la distancia toma la pértiga con fuerza y mira al frente corre con pasos largos y decidido empeño clava la vara con precisión en la tierra (como un rejoneador en el lomo de la bestia) Ahora vuela se alza en el clamor del estadio alcanza la distancia precisa la altura calculada y roza levemente con su cuerpo la débil frontera del listón materia cálida de la victoria o la derrota Cae hacia la lona sin despegar sus ojos de aquel temblor sublime mientras la pértiga se desploma lentamente al lado opuesto El estadio puede rugir o lamentar aplaudir o murmurar sólo hay un paso hacia el éxtasis o la desesperación sólo un segundo dónde la luz o la sombra habitarán por un instante en el mismo espacio en el mismo corazón Queda la pértiga tumbada sola en el suelo vigilante anónima de una escena en dónde su flexibilidad y su templanza serán la esencia misma del desenlace.

Residencia última

En torno al silencio no hay nada sólo esta noche interminable Lejos de las palabras ruge la soledad en este cretino paisaje oscuro e invisible Es la no luz al final del túnel no necesito mayor explicación la ruina perenne del cuerpo que claudica bajo la tierra barro y raíces que sujetan el escombro de mis huesos No es la luz sólo la intransigencia de la carne que no resiste ya ni más estupor ni todo el peso de la vida.

Refugios

Imagen
Un rincón dónde refugiarse del insostenible peso del mundo El bosque y el mar que nos tutele de la osadía cretina de la vida La música que nos rescate del atrevido presagio de la tristeza La luz más oculta que nos salve de tanto dolor

La despensa

Esa capilla de latas y botellas vacías recreaba el escondrijo más seguro la frontera entre lo ocioso (juguemos al escondite) y el temor más desconsolado Si las pesadillas podían renacer de sus cenizas de sueños y cristales ese lugar era la despensa con su bombilla fundida y su puerta cerrada por fuera No hay tanto horror ni tanta placidez insoportable.

Limbo

Voraces sombras me buscan allí dónde no estás tú ni las ciudades que descubrimos en este lugar anacrónico que habito desde aquel día que no regresaste y se hizo nocturna la tarde para siempre