Voraces sombras me buscan allí dónde no estás tú ni las ciudades que descubrimos en este lugar anacrónico que habito desde aquel día que no regresaste y se hizo nocturna la tarde para siempre
No creo en el hombre ni en su cretina complacencia, no creo en sus vestigios ni en sus insurgentes ruinas. No creo en las patrias, los discursos, las masas enfervorizadas. No creo en sus idolatrados dioses de plástico, ni en las máscaras de sus coloridos estandartes. No creo en la sangre, las heridas, el dolor que deja en los labios los besos del odio, las muescas del rencor en los huesos, los arañazos de la ira en la piel. No creo en la fortuna, ni en el azar o el destino programado, no creo en la célula caprichosa, el ADN o la selección natural, en los socavones no creo, ni en la miseria de las cloacas, ni en la vida escrita de los cementerios. No creo en la paz, ni en la libertad, ni en la justicia creo, nada de lo que ellas prometen se ha cumplido, ni se cumplirá jamás. No creo en mí, en la osada incertidumbre de mis ojos, ni creo en los resquicios de luz que desbordan mi carne y mi garganta. No creo en mí, repito, ni en las palabras
Cansado de muchas cosas y de muchas opiniones, de ciertos crispados comentarios y de certezas sin fundamento. Cansado del odio y de la ira. Cansado de la ceguera y la sordera (de las mías propias también) y de la violencia (verbal y física). Este no es el mundo que soñó un niño, por el que luchó un joven, en el que sobrevive este hombre cansado, este ocupante sin esperanzas. No tengo opiniones rotundas sobre nada, porque de todo sé, acaso, una mínima cosa. No digo sentencias ni afilo mis uñas contra nadie, porque de nadie sé, apenas, una sombra de sus vidas. No sigo a ningún credo, porque de las creencias invidentes conozco, tal vez, un par de párrafos y algunos discursos incongruentes. Soy torpe, lo sé, pero me fío más de mi intuición que de los reflejos dorados en las corazas de los salvadores. No entro en disputas políticas (alguna vez lo hice y me arrepiento) porque hace siglos que la usura, el deterioro y la gangrena capitalista envenenó los pilares de la sociedad y
Ya te dije que no siempre dos mas dos eran cuatro ni que la suma de los catetos era siempre igual a la hipotenusa Pero no todo es matemáticas o geometría ni todo es cierto o erróneo cuando te contemplo frente al escritorio con calculadora en mano y el lápiz de punta blanda que te regalé averiguando el coste de la vida y de la muerte mirando de reojo las noticias en el televisor y sonriendo cuando te digo que no existe la certeza en los números primos ni la objetividad de las palabras en los sonetos Ya te dije que no siempre el orden de los factores deja de alterar el producto Y si no pregúntale a tu mano que ahora roza mi pecho buscando el resultado más práctico de dos pieles que se encuentran y no son cuatro ni hipotenusas ni números ni palabras ni tan siquiera un poema ni el factor ni el producto Sólo el deseo y la fracción de tiempo que tardas en buscar mi boca y desentrañar esta fiebre de sexo que ni es puro ni matemático.
Comentarios
Publicar un comentario