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III Premio de poesía Origami

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José Manuel Vivas Hernández y el Carlos Recamán Arcay se han alzado con el III Premio Nacional de Poesía Origami , en la modalidad de adultos y joven, que concede Editorial Origami por su obra Trayectos y La luz de los dormidos respectivamente. Un jurado compuesto por Luna Miguel, Julia Conejo Alonso y Jorge Barco ha decidido conceder este galardón a José Manuel Vivas Hernández y Carlos Recamán Arcay que verán sus libros publicados dentro de la colección de poesía de la editorial. El jurado destaca el altísimo nivel de las obras presentadas este año al certamen y que hasta el último momento estuvo muy reñido, resaltaron que ambas obras han sido muy trabajadas, con estructuras muy originales y versos muy despiertos. Editorial Origami comenzó su andadura en la primavera de 2011 y llevan editados hasta el momento 59 títulos, 44 de ellos de poesía. Han apostado desde el principio por autores noveles, y su objetivo con este premio de poesía es poder difundir voces nuevas.

Política experimental

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Me choca, no obstante, que vertáis la sangre con tanta facilidad y emponzoñéis la bilis con tan poco estilo. Claro, que viniendo de donde vienen vuestros exabruptos, no es de extrañar. Al fin y al cabo tenéis la sartén por el mango, las leyes a vuestro antojo, vuestros dispendios a salvo en cuentas nada corrientes, y los huevos pelaos de tanto manosearlos. Pero yo no digo nada, no vaya a ser que me subáis los impuestos y me bajéis los humos. Aunque no estaría mal que os fuerais de nuestras vidas de una puñetera vez y para siempre (sin acritud claro) Por si acaso, (que conste) todo cuanto escribo yo lo han dicho otros antes; se masca en las calles, lo vocearon gentes que por extraña coincidencia han dejado de hacerlo. Vete tú a saber bajo que montón de mierda los habéis enterrado, o con qué dádiva, incentivo o dieta económica, habéis sellado sus enormes bocazas insurgentes. Yo persisto, concreto; sería bueno que no regresarais jamás,

Vestigios de la alegría

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Quienes piensan que soy un hombre triste se equivocan. Este que os escribe es un hombre felizmente cabreado, de suerte generosa y legua puntiaguda. Vengo deslomado de reír, loco por mi fortuna, agradecido a la vida por su generoso ofrecimiento. Quienes hablan de mi amargura no conocen mis vericuetos, en los que bailan desbocadas la alegría de estar vivo, las sutilezas de encontrarme cada mañana en los espejos, saber de las horas y los libros, escuchar música e imaginar que todo lo despreciable, lo inmundo, lo deshonesto, la oscuridad que nos atenaza, el dolor, la herida, la sangre, serán solo sombras al final del camino. Soy un hombre con suerte, y mi tristeza es un soliloquio de hombre feliz que no se conforma con esta alegría inusual de ser un afortunado superviviente en todos los naufragios.

La salida

De niño mi hermano resucitaba todos los días venía hasta mí me nombraba con sus ojos claros y en silencio dirigía mis pasos hasta la entrada de la casa Con el tiempo dejó de visitarme dejó de sonar su andar inútil sobre el suelo del salón dejó de crujir la vieja madera de su silla de inválido dejó de indicarme la salida también mi destino Ahora algunas mañanas de frío en el alba más oscura más callada me toca con su risa triste me trae el fiero sonido de la muerte y me recuerda sigue recordándome cuál es la salida donde se encuentra el verdadero artificio de resistir de continuar aún vivo

Senda y tiempo (Soneto sin alcohol)

Este camino de sombras calizas de pretéritos ocultos designios padece la voluntad de los sueños el esfuerzo anodino de las piedras Deambulo por sus definidas sendas con la premura de mis leales pasos curva a curva como aquellos naufragios perdidos en un mar que los devora Y allí destartalado peregrino sigo buscando la luz requerida de un tiempo caduco al que sobrevivo Desatento y cansado de esta huida por la que transito apenas sin rumbo todos los días del resto de mi vida

Búsquedas

Buscad en los ataúdes, esos cuyas mortajas de huesos rotos y almas desperdigadas inundan los arcenes y las casas de empeño. Buscad en los troncos quemados, los cauces turbios de las cloacas, en las piedras y sus fondos de humo. Allí donde pervive el sabor de la sangre buscad sin remilgos la huella quejosa del dolor, las fútiles presencias del orquestado trato de la muerte. Buscad en la casa vacía, en los brazos lánguidos de los niños sin abrazos, buscad en las metáforas inconcretas, las palabras desnudas de sílabas, los fieros poemas que no existen. Buscad en mí, en mis aposentos de vísceras y grises oquedades, en los destartalados músculos, la sangre, la orina, la saliva azul, el semen de los infiernos que me ocupan. Pero no busquéis donde existo, ahí solo queda un vapor de letargo, el rastro invisible de mi nombre, y algo, muy poco, de mis apellidos. (De "Trayectos" 2014 [?])

Persecución

Sin duda, apenas sin un resquicio de duda, tengo la seguridad de que me persigues, vaya donde vaya, esté donde esté, hable con quien hable, duerma donde duerma, sueñe con quién sueñe. Y no abandonarás esta cacería de palabras, gestos, sueños, anhelos míos. Sin duda me amas, aunque no acostumbres a decirlo cuando me persigues por esta canción que tarareas mientras afilas los cuchillos de la carne sin quitarme la vista de encima

La encantadora de serpientes

Lleva sobre el pecho un áspid que amenaza con devorar su corazón insaciable Tiene formas en sus manos semejantes a culebras de agua espantadas Lleva en la memoria todas las voces de los hombres y todas las sombras de la noche más oscura Adiestra con su tacto las serpientes y las raíces y su aliento quiebra los venenos insufla pavor en las frías escamas de los anfibios en las vestales fuentes de las ballenas La encantadora de nubes la adiestradora de silencios la domadora de insectos la impertérrita dueña de las tormentas Esa mujer caleidoscópica Ese desdén de pieles transparentes de húmeros cóncavos y arterias invioladas Esta servidumbre de aromas que atestiguan quién fue y de donde proceden sus doctas habilidades en la doma de los sueños en la contención de las pesadillas